miércoles, 11 de febrero de 2015

Palabras de Jorge Drexler para Fito Paez. 03/02/2015 TEATRO SOLIS MONTEVIDEO . URUGUAY.

Estoy desbordado de emoción. Acabo de escuchar un canción mía en una bellísima versión acústica de mi admirado Fito Páez. No sé qué decir. No se si se imaginan lo que una cosa así significa para este estudiante de medicina metido a cantante! Gracias querido amigo y maestro. Tengo la sensación de haber llegado a casa. 

Gracias Fernando Morella por subirla.

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jueves, 5 de diciembre de 2013

LIBRO PARA DESTACAR EN EL AÑO.MARIA MORENO

MARÍA MORENO

Esa manera astuta de no tener amos sin límites

La escritora, ensayista y periodista María Moreno prepara una biografía para la cual también vendrá a Mar del Plata, pero entretanto este año reeditó su novela, El affair Skeffington, y un libro de preferencias literariasSubrayados, donde deja claro por qué es tan difícil situar su escritura, que desprecia las canonjías con las que se subsidia la crítica profesional.
El affair…, publicada por casa Mansalva, dirigida por el poeta y editor Francisco Garamona; y Subrayados, en la editorial Mar Dulce, bajo la dirección del escritor y editor Damián Tabarovsky, son dos muestras de que la mejor literatura no está (o no debería estar) en manos de burócratas o administradores.

María Moreno (María Cristina Forero) nació en Buenos Aires. En los 80 fue secretaria de redacción del diario Tiempo Argentino donde creó el suplemento La Mujer. En 1984 fundó Alfonsina, el primer periódico feminista del período democrático.

Publicó, entre otros libros, El petiso orejudoBanco a la sombra y El fin del sexo y otras mentiras.
Esta es la conversación que sostuvo con Télam.

T : ¿Cómo leés El affair... después de su primera edición en el actual contexto de las poéticas argentinas?
M : No hay contexto de las poéticas argentinas, es una novela en donde el personaje escribe algo que no parece muy bien traducido y del que no hay original ni figura el traductor.  Lo que más me impresiona es recordar los referentes absolutamente autobiográficos pero donde personajes y escenas son ficciones hechas en base a una investigación estricta. Es un golem berreta de google. También una manera de sacar del presente debates que empezaban en el feminismo de ese momento para trasladarlos a la fundación del modernismo. Yo soy Dolly: sus teorías son las mía, explico en el postfacio.

T : Si lo tomáramos a la letra, ¿sería un texto prefreudiano o posfreudiano?
M : Es un texto feminista freudiano. No hay ya feministas como Freud y muy pocas feministas lo rescatan. No hay que leerlo literalmente. Ese texto sobre  la joven homosexual en donde dice que la heterosexualidad es también una renuncia a parte de la libido sigue siendo subversivo. Pero hemos de tener en cuenta que también la sexualidad normal reposa en una limitación de la elección de objeto, y que en general la empresa de convertir en heterosexual a un homosexual llegado a su completo desarrollo no tiene muchas más probabilidades de éxito que la labor contraria, sólo que ésta última no se intenta nunca, naturalmente, por evidentes motivos prácticos, escribe Freud. La heterosexualidad sería algo práctico: ¿qué teórico queer ha llegado a sugerir algo así?

T : ¿Hubieran echado a María Moreno de las reuniones de los miércoles?
M : No, habría sido muy olfa y seguramente me hubiera enloquecido y suicidado en una performance histérica. Hay una mujer  personaje en la última novela de Piglia que dice: A mi edad no se envejece, se enloquece.

T : Subrayados, ¿es un libro de preferencias, de obligaciones, de ambas cosas? ¿Cómo elegís presentarlo?
M : Mis preferencias nunca fueron diferentes de mis obligaciones. Es una manera astuta de no tener amos sin límites.

T : Lo que alguna vez se llamó la vanguardia, ¿dónde está hoy en la Argentina?
M : La vanguardia siempre estuvo a nuestras espaldas. Aunque también podría haber sido de vanguardia la vida y muerte de Ricardo Fort que se hizo más operaciones que Orlan pero cuya performance fue editada por la vituperada farándula -ricos y famosos- y no por la snobeada del Arte.

T : ¿Tres libros para destacar a lo largo de este año?
M : Lo que no aprendí, de Margarita García Robayo (Emecé), La puta diabla, de Fito Páez (Mansalva), y Teatro de Operaciones, de María Pía López (Paradiso), en cualquier orden.


jueves, 20 de junio de 2013

Fito Páez presentó su primera novela en la Biblioteca Nacional /11 de Junio Nota de Télam.

PRESENTACIÓN

Fito Páez presentó su primera novela en la Biblioteca Nacional

"Me interesaba contar cómo las personas construimos lógicas pasionales que nos conducen a lugares insólitos y que posiblemente en algún momento de la vida suceda algo que nos haga dar cuenta que todo eso no sirvió para nada", dijo Fito Páez sobre La puta diabla, la primera novela del músico argentino, presentada anoche en la Biblioteca Nacional.
"Hay una idea en la novela que me interesa mucho como motor a través de todos estos años con los amigos, los hijos, los plomos en los escenarios, las mujeres, con todo este revolcón que es la vida", expresó Páez ante la colmada sala Borges de la Biblioteca Nacional, en una mesa donde lo acompañaron el escritor Martín Rodríguez; el director de Mansalva, Francisco Garamona y el director de la institución, Horacio González.
"Es la idea de la máscara: cómo las personas somos muchas personas -señaló el artista-. Y cómo ese lugar, en vez de ser tomado con angustia, puede ser absolutamente divertido y vital".
Páez afirmó: "ese lugar puede ayudarnos a encontrarle el humor a lo que no lo tiene. Es una suerte de espacio que he intentado poner en escena todos estos años. Y la novela habla profundamente de eso: todos somos especiales, cada gesto es importante, todo es acción y espectáculo a la vez, sin que eso implique una herida sobre la pureza".
"Todo es espectáculo porque no sabemos cómo llegamos hasta acá. Pero los hechos en los corazones suceden de verdad, las cosas pasan y nos duelen, sufrimos, y después montamos la novela o la canción o lo que sea, no tiene que ser una obra de arte, puede ser cualquier cosa", sostuvo el autor de clásicos del rock argentino como "Dos días en la vida", "Ciudad de pobres corazones" o "El amor después del amor".



El artista apuntó: "al texto lo pueden llamar autobiográfico, pero yo tengo la posibilidad de mirar desde afuera, reírme, y pensar que los volví a engañar. Porque Félix Ure, el protagonista, es una suma de muchos personajes que adoro, recuerdo que por momentos pensaba en Cassavetes, en Alberto Ure, en Charly, todos me ayudaron a construir este personaje".

En la novela, publicada por Mansalva, Félix Ure es un cineasta y músico reconocido, que vive sus años de fama de forma frenética, sujeto a emociones intensas y muchos excesos de la vida en la gran ciudad, pero que en su madurez encuentra una nueva forma de reconciliación con el amor y busca desesperadamente generar un vinculo afectivo que sobreviva a los acelerados tiempos modernos.
"La novela necesitaba un personaje de esta naturaleza para poder contar el drama de una caída pasional. Me interesaba contar cómo las personas construimos lógicas pasionales que nos conducen a lugares insólitos y que posiblemente en algún momento de la vida suceda algo que nos haga dar cuenta que todo eso no sirvió para nada, que fue absurdo, y que todo estaba en un rinconcito de tierra con alguien que te abraza", expresó Páez.
Por su parte, González apuntó: "la novela de Fito tiene un aspecto que no es excesivo llamar religioso. Trata de cuestiones amorosas, en donde el amor está en éxtasis y al mismo tiempo en autodestrucción permanente. Hay un hilo que la recorre que es una suerte que pregunta sobre el amor místico". 
"Tiene un problema a resolver que se puede situar entre los más tremendos que puede encarar un novelista y, a su vez, no deja de tener el eco de todas sus canciones. Si uno se pregunta qué estaba haciendo Fito durante los últimos 30 años, era también escribiendo esta novela", dijo el director de la Biblioteca Nacional.
Y sostuvo: "es una novela que tiene una desgarradora proposición en torno al amor, siempre se está en éxtasis y siempre al borde de la caída. Hay una circulación permanente de personajes que están dispuestos a llegar a las últimas consecuencias en torno al amor. Es un pregunta tremenda la que hace Fito: ¿es posible llegar al límite sin destruirse?".






El escritor Martín Rodríguez, a su turno, dijo: "creo que es una novela que está escrita por la necesidad, si pensamos que uno escribe por necesidad o por goce, acá hay algo de necesidad de verdad, que no excluye el goce. Pero cuando la leés te das cuenta que está escrita por alguien que necesitaba decir algo y que sólo lo podía escribir".

"En algún sentido, esta novela es el Evangelio de Páez -sostuvo el poeta-. Porque, para todos los que escuchamos sus canciones, se ubica en el centro y ordena todo su drama. Además, los que leemos el Evangelio con la idea de la liberación, sabemos que es un lugar lleno de putas".
Por su parte, Garamona contó: "nos fuimos metiendo en el libro con un frenesí y una alegría enormes. Es una novela muy rara, algo mestiza, tiene la frescura de la novedad mezclada con la experiencia".
"Hay algo de los primeros libros, donde se escribe para el mundo y contra el mundo. Lo leí con mucha adrenalina, alucinado, como si fuera un gran secreto. Es una novela que en algún punto remite a nuestro sagrado siglo XIX", definió el editor.

RADAR SUPLEMENTO PAGINA 12

radar
DOMINGO, 2 DE JUNIO DE 2013

LA VIDA ES UNA NOVELA

Durante muchos años Fito Páez escribió canciones, se subió a los escenarios más difíciles, leyó muchísimos libros, mantuvo conversaciones filosóficas hasta altas horas de la madrugada, filmó películas y vivió públicamente su amor después del amor, pero nunca pensó que podría llegar a escribir una ficción literaria. Hasta que un día, algo cambió. Algo que no le había pasado antes: se descubrió escribiendo frenéticamente, con la misma intensidad que suele reservar para la música y más ocasionalmente el cine. El resultado, después de tres años, es La puta diabla (Mansalva), su primera novela, un relato que empieza como una historia de amor loco y luego se transforma en la caída y resurrección de su protagonista, narrada en clave de farsa delirante, un poco a la manera de Copi y otro poco bajo la luz bienhechora de Almodóvar.

 Por Martín Pérez
Una fiesta tanguera de madrugada en su apogeo. Un baño salvador, pero sin papel higiénico a la vista y un canario de suave plumaje que resulta condenado ante la urgencia. Ambientada hacia fines de los años ’40, en la casa de una viuda que estaba loca por Troilo, y con un tal Garufa (porteño de ley, compañero de tropelías de Pichuco y erudito del tango) como protagonista, la inolvidable anécdota asoma en las primeras páginas de La puta diabla, la flamante novela de Fito Páez, en la boca de Félix Ure, su protagonista. Abierto homenaje a su admirado Alberto Ure, el director de teatro, y al mismo tiempo un alter ego del autor, el Ure de Páez también se dedica al teatro, pero no deja de lado el cine ni la música. Comparte la anécdota ante un camarín repleto, luego del exitoso estreno de su última película, y Fito explica que necesitaba demostrar el carisma de su protagonista apenas comenzada la historia, y por eso el lugar, la atención, todas las miradas centradas en él y, finalmente, las carcajadas.
Uno de los tesoros de la lectura de La puta diabla es, justamente, ir encontrando historias como la que Páez pone en boca de Félix, y desentrañar las pistas que permitirían sacarlas de la ficción y agregarlas a su biografía. Sentado en la cocina de su casa con un café, un grabador y una botella de agua, Fito se ríe ante la mención de otra anécdota, que aparece hacia la mitad del libro, en la que a un Félix pasado de todo se le cierra accidentalmente la puerta de su cuarto, y termina vagando desnudo por los pasillos y ascensores de un hotel neoyorquino. “Son escenas que te sirven para jugar, pero son los detalles más frivolones –explica–. Su función es aliviar la presión a la que están sometidos los personajes. Pero no creo que esté ahí la materia del libro”, advierte Páez, que confiesa haber pasado tres años sumergido en su escritura.
“Fue muy fuerte el llamado del texto, no es que de pronto dije voy a ser escritor y me puse a escribir ni nada de eso –aclara Fito, que asegura ya no recordar qué fue lo que lo empujó a sentarse frente a la computadora. Pero sí subraya que finalmente se enganchó en serio, tal como le pasa habitualmente con la música o el cine–. Me fui metiendo ahí dentro, preguntándome de qué se trataba todo esto, por qué estaba tanto tiempo ahí sentado –confiesa–. Pero también fue un trámite gozoso, nunca entendí eso de la angustia ante la página en blanco, no pasé por nada de eso”, se entusiasma Páez, que editó su libro en un sello alternativo, Mansalva (editorial, por ejemplo, de una revulsiva biografía de Osvaldo Lamborghini y de la poesía de Fernanda Laguna), y ya tuvo una primera aparición pública firmando ejemplares en la Feria del Libro. Pero aún no lo ha presentado oficialmente. Y asegura que, salvo las charlas con su editor, Francisco Garamona, Horacio González, y algunos intensos intercambios con el poeta Martín Rodríguez –que firma el texto de la contratapa– aún no ha hablado de su novela con nadie más. Esta es la primera nota que otorga para hablar de un relato que arranca como la historia de un amor loco, y termina siendo, como él mismo bromea, algo así como su propio Todo sobre mi madre.

¿De dónde salió la anécdota de Troilo, la viuda y el canario?
–Me la contó Roberto Goyeneche, pero está muy exagerada. Era mucho más corta de lo que aparece en el libro. Pero cuando la contaba el Polaco, te quedabas igual de hipnotizado. Y te matabas de risa.

DEL 63

Un cuarto de siglo. Ese es el tiempo que separa a Fito Páez de su primer libro, en realidad un volumen de conversaciones con Horacio González, titulado excesivamente con el primer verso de la canción “Tatuaje falso”: Napoleón y su tremendamente emperatriz. “Me siento ajeno a la literatura –confesaba Páez casi al final de esa charla de veinticinco años atrás–. Siempre estoy con un libro encima. No sé por qué me atrae meterme en un libro. Prefiero tocar... hacer música. Pero quizá, cuando sea más viejito, me ponga a escribir”, aseguraba entonces el músico que acaba de cumplir 50 años, y que sonríe ante el recuerdo recién desempolvado. En aquella charla antigua, Páez también se confesaba un lector vago y poco ordenado, algo que asegura que hoy en día es exactamente igual. “Sigo siendo un lector desprolijo que puede ir de Derrida a Copi, y de Martínez Estrada a Oscar Wilde”, ejemplifica Páez, que si bien desde muy joven recuerda haber escrito “cuentitos, palabritas y pavadas” aquí y allá, finalmente esquivó la letra escrita escapando hacia el cine. Pero cree que en sus canciones siempre se pudo descubrir un gusto por el relato.
“El otro día, escuchando ‘Construcción’ de Buarque antes de cantarla en el acto del 25 de Mayo, me sorprendía otra vez por lo bien que estaba construido el relato, su modernidad, hasta la perfección de sus rimas esdrújulas. Pero también cómo, en medio de toda esa joyería de palabras y técnicas, Chico Buarque nunca pierde de vista el cuento”, explica Fito, quien confiesa que su temprano tema “En la cuerda floja”, incluido en el debut de Baglietto, era apenas la versión de un niño ante el mismo drama: un obrero al límite de su vida. “Claramente influido por Buarque”, concluye, subrayando su temprana filiación con la música antes que la literatura.
Pero aun así, en cada disco con canciones de Páez –primero con Baglietto, después solo– siempre hubo al menos un relato. Y también, desde muy temprano, esos relatos empezaron a mezclar autobiografía, como en “El loco de la calesita” (Se arrancó de a uno los dientes y se salvó por ser clase ’57). “Siempre hubo cositas –concede Fito–. Me da mucho placer descubrir que todo lo que estaba ahí en aquellos años, sigue estando. No hay que renegar de eso, me caen muy mal los artistas que reniegan de las cosas que escribieron cuando eran jóvenes. No vaya a ser que Mamá Literatura los rete.”
Pero antes de Mamá Literatura llegó Papá Cine, según se desprende de su propio relato. “Es que en ese momento, con Vidas privadas, necesitaba imágenes. No me sentía con armas para poder contar esa historia en un papel. La escritura vino después”, explica Páez. Y precisa que curiosamente se sentaría a escribir después de cada atracón de cine. Intentando ensayos sobre Lubistch, buscando descubrir qué hacía Hitchcock con la cámara, o subiéndose a un ring imaginario para pelear con los textos de Serge Daney. Un ejercicio con el que se iría entrenando en soledad –y apenas exhibió en público con las columnas que escribió al comienzo de la revista ADN– hasta que estuvo listo para la irrupción de La puta diabla en su vida. “El día que te conocí/ vomitaste tu asco por el mundo/ el vino rojo y la pared/ del hotel más caro del país”, canta Páez en la canción del mismo título, un tema que quedó afuera de Confiá (2010), y que ahora cierra como bonus track su disco El sacrificio.

MUCHA CARNE VIVA

Un drama en dos actos. Así se puede dividir a la novela de Páez. Por un lado, la historia de un amor desaforado y suicida, protagonizado por su Ure, Félix. Pero que es un evidente guiño al Ure real, Alberto, ese hombre que –al decir de Fito– donde él estaba, siempre era lo mejor de la fiesta. “Un hombre inquieto que se metía con los sindicatos y de ahí se iba al ensayo de sus obras.” En la segunda parte de la novela, ese personaje hipnótico, que se desplaza cómodamente por todas las ramas del arte popular, vivirá su caída y su delirante resurrección, convertido en un particular linyera luego de haberlo perdido todo; un personaje mitad Macedonio Fernández, mitad Conde de Montecristo.
“Lo que más me gusta de esa segunda parte es que recupera en los ranchos lo que perdió cuando se fue transformando en ese muñeco de la burguesía del espectáculo, que son los valores y el sentido de la solidaridad –cree Páez, que revela haberse sorprendido con lo que fue apareciendo durante el proceso de escritura–. Porque si bien el libro es en parte un ensayo sobre el amor y la pasión, terminó siendo una manera de entender ciertas tensiones sobre mi madre. Aun cuando, decididamente, no se trate de una novela autobiográfica. Por más que pueda parecerlo por ciertos detalles.”
Uno de esos detalles es que el nombre de la madre de Félix es el de la madre de Páez, Margarita. Y también el “detalle” de haberla perdido muy temprano en su vida, casi sin haberla conocido. Fito perdió a su madre cuando aún no había cumplido ocho meses. “Mi vieja se fue al poco rato, y algo de mí con ella”, recordó en un texto autobiográfico escrito a comienzos de los ’90. Tal vez por eso es que confiesa haberse sorprendido cuando por primera vez apareció inesperadamente la madre de Félix durante la escritura. “Félix había vivido toda su vida dialogando con Margarita, su madre muerta”, se lee en La puta diabla. “Llegó un momento que fue como El corazón de las tinieblas. Me dije: ‘Uy, ¿dónde me metí?’. Hubo mucha carne viva, pero también mucho disfrute. Hace años que no gozaba tanto con una experiencia creativa, enganchado en el proceso, jugando con los personajes, editando sin necesidad de tener un montajista al lado.”

La puta diabla. Fito Páez Mansalva 264 páginas
Cuando tuvo la primera versión lista, Fito asegura no haberse reconocido totalmente a sí mismo. “‘¿Para quién estoy escribiendo esto?’, me pregunté. Necesitaba más disfrute, y ahí es donde apareció Copi”, cuenta Páez, una máquina de tirar referencias culturales dentro de la novela, pero medido a la hora de hablar de ella.
“Uno de los libros que leí durante la escritura fue Crítica y ficción, de Piglia. Admiro mucho los silencios de Ricardo en sus ficciones. Tal vez esa primera versión me salió muy pigliana, entonces. Todavía me faltaba algo para sentir que el libro fuese mío. Ahí apareció el delirio final, la referencia a Copi. Y también a ¿De quién es el portaligas?”, agrega con una sonrisa pícara, refiriéndose al disparate almodovariano de su última película.
“Este es un libro que escribí como hice todo en mi vida: sin pedir permiso, y sin estructura académica. Yendo por la pasión, que es donde yo me siento vivo”, asegura Páez, quien explora con ganas los límites de dos recursos narrativos en su historia: el género epistolar y las escenas de sexo. “Lo epistolar revive con los mails, pero ya no hay espera entre esos intercambios escritos. Es todo ya, todo ahora, y ésa es la naturaleza de la relación de Félix con Casimira.” Y cuando llega el turno de escribir sobre sexo, Fito lo hace sin ninguna sutileza, y casi no reconoce referencias. “Bukowski era muy escueto en sus polvos, y los de Miller siempre me parecieron demasiado líricos –explica–. Prefiero la pornografía, las cartas de lectores de la Playboy. Había que intentar meter al lector dentro de esos polvos, por eso tanto detalle. Me calentaba escribiendo esas escenas. Mis personajes cogen, y yo tenía que contarlo.”

EL TEMPORAL

Durante la pausa obligada de la sesión fotográfica, que involucra a Pichu, la perra de la periodista Julia Mengolini, su actual pareja, Páez se ríe ante la mención de uno de los personajes secundarios más recurrentes en la novela, la crítica Susan Ostegarken. “No es nadie en especial, sino que es una mezcla de todos los periodistas y todos los que dijeron cosas sobre mí alguna vez”, asegura, y se encoge de hombros cuando agrega: “Alguna vez me tocaba a mí”. La otra aparente venganza llega en la segunda mitad del libro, cuando Buenos Aires sufre azotada por un feroz temporal, fechado en el año 2018.
“Yo no me enojé con todo Buenos Aires, me enojé con la mitad”, aclara Páez, que hace rato decidió dar por terminada la polémica que, hace dos años, disparó la columna que escribió en Páginal12 después de la reelección de Mauricio Macri. “Fue un texto escrito en caliente, y ahora, a la distancia, si pudiese volver a hacerlo, lo haría con un poco más de humor. Pero lo que me pasó es que sentía que había aguantado muchas cosas. No podía creer que Buenos Aires fuese eso.” Al volver sobre la polémica, Páez trata de ser cuidadoso. Señala que el problema con las máquinas mediáticas es que necesitan alimentarse todo el tiempo. Y que él no se siente parte de ese menú. “Porque en el medio de todo eso estoy criando a mis dos hijos. Tengo que traer comida a la casa. Y tengo que hacer discos, y películas, y libros. Entonces, la mirada de los otros sobre mí es algo que me tiene sin cuidado. Cuando un tipo te cruza por la calle y te insulta, pensás: ‘Pobre tipo’.”

¿Te pasa eso?
–Alguna que otra vez. Pero para mí esto es simplemente parte de la libertad que ejercí siempre. Ahora me acusan de ser K, pero antes me decían puto y falopero. Siempre hay alguien que está en contra de que las cosas sean mejores para todos.

LAS CANCIONES PERDIDAS

Hace poco, Fito Páez celebró con ganas sus cincuenta años. Convocó a sus amigos con una tarjeta que pintó Charly García. Y no hubo demasiados papelones, se sorprende. “Terminamos todos enteros.” ¿Y el cincuentazo? “Me agarró algo de cansancio, tengo que confesar. Lo siento en los huesos. Pero también estoy muy vital, lleno de ideas. Edité una novela, y estoy entrando a grabar el tercer disco del año, y aún no completamos cinco meses. No es poco”, cancherea Páez, y tiene con qué.
El disco nuevo aún no tiene nombre, pero ya hay catorce canciones listas para empezar a grabar. “Va a ser un disco muy rockero. Los anteriores tuvieron mucha música, así que éste va a ser más básico. ¡Tal como pintan los artistas cuando llegan a viejos, que parecen niños!” Los dos discos previos de Páez recuperan canciones perdidas de todas sus épocas: uno se llama El Sacrificio, contiene los temas más oscuros y acaba de editarse (donde fue a dar “La puta diabla”, y el que tal vez sea el mejor disco de Páez de los últimos años). El otro aún tiene que ver la luz aunque ya está terminado, y se llama Dreaming Marietta. “Es un disco de amor y desamor, como son todos los discos de amor”, explica Fito.
“Pero el único con temas nuevos es el que voy a grabar ahora –enfatiza–. Tenemos un slogan: uno es lo que va. Es el paradigma de la convención. La otra máxima es que los temas no pueden durar más de cuatro minutos. Si no pudiste contar todo en ese tiempo, no servís para esto”, se vuelve a entusiasmar Páez, que insiste con que es un disco de rock. “Una letra dice: Perdoname, no te asustes/ es sólo rock and roll. Por eso es que nadie se asusta tanto en nuestro ambiente por alguna palabra subida de tono o fuera de lugar, dentro de este reino de la corrección o de los juicios en el que vivimos. Así que discúlpennos, porque somos muy incorrectos todo el tiempo. Por eso nos protegemos tanto entre nosotros. Y hacemos el lío donde hay que hacerlo.”
Durante mucho tiempo, la música de Páez tuvo sus referentes. Primero fue Prince, después fue Elvis Costello. ¿Hay algún nombre nuevo? “Me parece que ya no”, confiesa. Explica que a partir de los 40 eso fue. Llegó el turno de explorar el propio sonido. Y también de investigar la música de Mahler, Mozart, Bach. Las composiciones, los intérpretes. “Sin embargo, el disco que hicimos con Leo Sujatovich, Canciones para Aliens, fue un lindo campo de pruebas. Como no salimos a presentarlo en vivo quedó un poco olvidado, pero ahí estuvimos estudiando a muchos autores, de un aria de Verdi hasta la música de Charly García.”

Es admirable esa propensión que tenés a salir de tu zona de comodidad...
–Pero yo estoy cómodo ahí. No es que me salga de mi lugar para generar tensión, simplemente es que la gente se olvida que Charly y Verdi son simplemente notas. Esa tensión que vos ves simplemente no está ahí.

LA LLAMA DE LA LIBERTAD

Al final de esta entrevista, antes de empezar a grabar su nuevo disco, Páez cuenta que pasará a visitar a Gustavo Cerati. “Vamos a grabar en su estudio, así que quiero pedirle permiso, recibir algunas ondas.”

¿Vas a visitarlo seguido?
–He ido. Se lo ve bien cuidado. Aunque la ciencia previene sobre los peligros de esperanzarse demasiado, su madre dice que ve progresos. Hay que tener fe. Ahora voy sólo a pedirle su bendición para este nuevo disco.
Ante alguien que ha destacado tanto las virtudes de la casa que construyó la música de Litto Nebbia, Luis Alberto Spinetta y Charly García, eso que llamamos rock nacional, es inevitable preguntarse si no estamos asistiendo al final de un ciclo. “No lo creo”, responde enseguida Fito, y comienza a enumerar sucesores, músicos, artistas, y en el revoleo aparecen los nombres de Pablo Dacal, Babasónicos y siguen las firmas. “Además, yo sinceramente creo que la obra de Luis realmente no la conoce nadie”, asegura Páez, y enseguida agrega que piensa lo mismo de la de Charly y la de Litto. “Cuando algún espíritu curioso quiera investigarla, tendrá para siglos de estudio”, calcula.
“Además, yo los siento muy cercanos: Luis fue un padre de familia ejemplar, un buen amigo y compañero de ruta, y un artista inmenso. También Charly, que es un hombre generoso, siempre presente en los momentos importantes de sus amigos. Son dos personas muy valiosas a las que la Argentina les debe mucho, y lo mismo con Litto. Dentro de la música popular, han mantenido encendida la llama de la libertad. Algo que hicieron todos los días, sin grandes gestos. Si la política tiene la obligación de bregar por la felicidad del pueblo, el destino de los artistas es mantener esa llama de la libertad encendida. Cuando lo hacen, hay que celebrarlo. En mi casa es algo que se celebra todos los días. Mi hijo Martín, cuando pinta, lo hace escuchando a Charly. Y mi hija Margarita me pide que le enseñe a tocar ‘Muchacha’. Yo creo que está todo ahí.”
epigrafe

Crítica de IMA SUBIELA desde su blog. malaseñal.blogspot.com

lunes, 20 de mayo de 2013


Apuntes sobre "La puta diabla"

I

   Rodolfo Páez, a través de esta novela, realiza la transcripción de su propia voz, de su propia realidad, sometiéndola a un complejo proceso de ficcionalización. Un acto de valentía ya que la realidad en sí suele ser bastante cruda. Tranquilamente podría haber huido al terreno de la pura ficción, en el cual se es más libre, para poder inventar una realidad que resulte más grata o más ajena a la propia. Nuevamente Fito redobla la apuesta y sigue adelante con una historia cargada de demencia propia y ajena. “Psicosis contra psicosis” señala Martín Rodríguez en la contratapa del libro.

   Es difícil imaginar a Félix Ure, protagonista de la historia, con un cuerpo que no sea el de Páez. El entorno de este personaje tiene una cantidad de similitudes con la vida del rosarino que impiden no establecer una relación entre ambos: Félix usa traje con polera y lentes de sol, tiene una “nariz aguileña”, barba rala y perdió a su madre a los meses de haber nacido. Además tiene un hijo al cual le encanta la pintura y su ex mujer -madre de ese hijo- es actriz y rubia. Si el lector no es capaz de reconocer estas similitudes, lamentablemente, se queda afuera de una parte importante de la historia.

   “Estos días que corren mi amor es aquí que nos tocó vivir”. Situada en pleno siglo veintiuno, Fito logra recrear el mundo en cual está inmersas la sociedad actual. Ya no hay cartas, ni teléfonos fijos, ni computadoras de escritorio, sino que hay mails, iPhones, Blackbeerys, Mac portátiles y otros vicios de un estilo de vida muy burgués, cabe reconocer. Sin embargo, el autor desliza un pequeño juicio de valor sobre ese mundo, en el cual habitan sus personajes, al afirmar que el espacio virtual “es un lugar de grandes promiscuidades. La democracia total. Allí todos se sienten libres y al no haber contacto real, todo puede suceder (…) la virtualidad psíquica ingresa en la realidad sentimental y nadie asegura la posibilidad de que aquello resulte bien”.


  Somos lo que leemos. A lo largo de toda la novela, pero sobre todo en el comienzo, hay una serie de recursos narrativos muy similares a los de otros autores. Los ejemplos más contundentes son los de Manuel Puig y Charles Bukowski. Resulta casi imposible no pensar en el parecido que hay entre el método de usar cartas para contar la historia -recurso utilizado por Puig en “Boquitas Pintadas”- y la serie de mails entre Félix y Casimira, la puta diabla. Por otro lado la crudeza de Bukowski se hace presente, a la hora de describir situaciones sexuales: “Casimira apretaba los labios de su concha y se mojaba sobre la pija de Félix que bombeaba sangre dentro y leche para afuera” (p.120).

   Promediando esta primera parte aparece la partitura de una canción que se titula igual que la novela: “La puta diabla”. Una canción cruda incluida en su último disco “El Sacrificio”. Martín Zariello, en su post sobre ese álbum de Páez, afirma que esa composición es “lennoniana hasta los huesos “. Sin embargo no es el primer tema que posee una relación con la historia del libro. Ya en el año 2010 Fito incluyó en su disco “Confiá” una canción llamada “En el baño de un hotel”, en la cual se cuenta, entre otras cosas, el momento en el que Félix se enamora de Casimira:

“Me mordiste la mano con rabia
En el baño de un hotel
Vomitabas el odio del mundo
Esa noche me enamore” 

   La historia de amor comienza en el baño del “hotel más caro del país”, cuando Félix ayuda a vomitar a Casimira para ayudarla a salir de su total ebriedad. “¿A quién estas mordiendo, nena?” le pregunta Félix a ella. Luego le come la boca.

   Seguir relatando como se suceden los hechos provocaría que se le quite las ganas de leer la novela, a quienes aún no lo han hecho.


II 

   La segunda parte de la novela se asemeja más a una aventura épica, pero posmoderna, que a una historia de amor y drama, como la que se ve en la primera parte. El relato da un giro abrupto e inesperado. Se sitúa diez años después del final de la primera parte. La historia adquiere un aire más ficticio y menos verosímil que el del comienzo.

   De todos modos siguen apareciendo similitudes, entre la vida del autor y la de Félix Ure, como la relación que tiene este personaje con Fabiana Cantilo: “Siempre le había gustado Fabi. La quería. Sabía lo que era el dolor y la risa, y su amistad era algo que atesoraba profundamente en su corazón” (p.200).

   El delirio de este segundo capítulo le permite a Páez darse ciertos lujos, como empepar a la creme dela creme porteña para evitar un casamiento. Ya no hay demencia propia y ajena en esta parte del relato. Solo hay una ciudad devastada y la propia locura de Félix Ure, que pasa de ser un artista exitoso a un hombre del neanderthal.

   En medio de ese caos psicótico todo termina. Simplemente se termina. Sin rodeos. Quizás no sea el final que los lectores deseen, pero es el que la historia merece. Un final donde la victoria se la lleva el amor, después del amor.
   
  Sin muchas vueltas y con pocas descripciones –lo que permite que quede todo librado a la imaginación del lector- “La puta diabla” es un texto con humor, con drama, con poesía, con Puig, con música de Steely Dan, con pentagramas, con Charly García, con drogas, con Bukowski, con alcohol, con Neruda, con cine y teatro, con Cecilia Roth, con fachos, con Macri, con pepas, con linyeras, travestis y Fabi Cantilo, entre otras cosas. Por momentos resulta una novela llevadera y por otros parece una novela demente que perturba al lector, sin embargo -en ambos caso- resulta ser atrapante.

   “El que quiera comprender el planeta Páez tendrá que venir a estos textos para tocar su tierra, su locura, su humor y sus muertos […] Amigos, acá está el cuerpo de Rodolfo Páez”. Con esa reflexión –muy acertada- concluye la contratapa de Rodríguez.  Nadie se atreva a escribir la biografía de Rodolfo Páez, él ha ganado de mano.

Imanol Subiela


La puta diabla – Félix Ure 

Yo vine aquí para vos,
a dejarte ciega en el camino.
Vos vivías sola en tu jardín
donde todo vale nada.
El día que te conocí vomitaste
tu asco por el mundo.
El vino rojo y la pared
del hotel más caro del país.

Llegaste con tu vejez al amar.
Después me comiste la boca,
tenías los ojos de una puta diabla
y ahora no puedo respirar.

Así yo aprendí a esperar,
con el tramontina en el bolsillo,
sentado en una habitación
donde tu amor no me alcance.

Yo puedo hacerte feliz,
ser tu chica todos los domingos
Tu eskabe calefactor y también quién te va a destruir.

Es esta canción de amor extraña…
La que me inyectaste vos
con tu jeringa toda la mañana.
Y ahora no puedo respirar.

Ya me comiste el hueso
es que el amor es eso.
Ya me mordiste el cuello
Te tengo que matar.

Es esta canción de amor extraña…
La que me inyectaste vos
con tu jeringa toda la mañana.
Y ahora no puedo respirar.


Ya me comiste el hueso,

es que tu amor es solo exceso.
Ya me morí de celos,
te tengo que matar.



Ya me comiste el hueso,

ya me mordiste el cuello
(sos una vampira) 
Y es que tu amor  se trata de eso
Te voy a imaginar...




Imagen extraida de: Fito Páez - Página Oficial

11/6/2013 Fito Páez debuta en la novela con "La puta diabla"

Buenos Aires, 11 jun (EFE).- El cantautor argentino Fito Páez se sumerge por primera vez en el mundo literario con su novela "La puta diabla", para construir la historia de Félix, un personaje con quien tiene cosas en común aunque no es, asegura, su "alter ego".
Consagrado en el mundo de la música, Páez, quien también tiene una carrera cinematográfica, trabajó durante tres años en este libro, que arranca como una historia de amor desbocado y suicida y deviene en el relato de la caída y el renacer de su protagonista, Félix Ure, nombre elegido por el autor en homenaje al director de teatro Alberto Ure.
Félix es un artista en varios campos, el personaje que siempre es el centro de la fiesta, fuente de anécdotas picantes, pero, tras perderlo todo, terminará por convertirse en un vagabundo.
"Es un momentazo para mí porque nunca había presentado un libro", dijo el artista, animado, en la noche de este lunes durante la presentación de su novela en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires
Páez considera que Félix es, como todos, "un hombre lleno de máscaras", cuya historia habla de cómo las personas construyen "lógicas pasionales que les llevan a lugares insólitos".
Creador de relatos en clave musical "El amor después del amor" y "Circo beat", el músico no se veía hace veinticinco años como parte del mundo de las letras.
"Siempre estoy con un libro encima. No sé por qué me atrae meterme en un libro. Prefiero tocar... hacer música. Pero quizá, cuando sea más viejito, me ponga a escribir", dijo en 1988 en unos diálogos publicados con el sociólogo Horacio González, actual director de la Biblioteca Nacional.
Pero el músico, de 50 años, cuenta que un día sintió el "llamado del texto" y se volcó a escribir sin pausa en su ordenador, sin ínfulas de ser escritor, pero con la misma pasión con la que compone sus melodías.
Sostenido por las "musas", el proceso creativo para "La puta diabla", editado por el sello independiente Mansalva, fue gozoso, tanto que Páez dice no comprender qué es aquello del "síndrome de la página en blanco" que tanto aterroriza a los escritores.
Durante la presentación, Horacio González, explicó que el hilo conductor de esta novela es el amor, "siempre en éxtasis y siempre al borde de la caída" hasta alcanzar el interrogante de "si se puede llegar al limite sin destruirse".
Según González, "la sexualidad mas escatológica, Fito la escribe con profundo lirismo", un verdadero "escritor desenfadado" que se atreve a usar palabras que a otros les daría vergüenza escribir.
Fito Páez sostiene que el libro no es una novela autobiográfica sino en parte un ensayo sobre "el amor y la pasión" que, por último, terminó siendo una "manera de entender ciertas tensiones" sobre su madre, quien murió cuando el músico tenía apenas unos meses.
Es en este detalle donde el autor se mira en el espejo de Félix, cuya madre, como la del cantautor, se llamaba Margarita y a quien casi no conoció.
Félix, escribe Páez en "La puta diabla", vivió "toda su vida dialogando con Margarita, su madre muerta".
A juicio del poeta Martín Rodríguez, "esta novela es el evangelio de Fito Paez" porque reubica "todo su drama".
"La constelación del planeta Páez está en este libro. Para quienes quieran conocer el planeta Páez aquí tienen el evangelio", afirmó Rodríguez durante la presentación.
El desembarco del creador de éxitos como "Giros" y "Ciudad de pobres corazones" en la literatura coincide con un año igualmente intenso en el plano musical.
Fito Páez lanzó recientemente "Sacrificio", un álbum con canciones sobre "historias truculentas" que compuso desde 1989 hasta este año, pero que permanecían inéditas.
Para noviembre, tiene entre sus planes editar otro disco, probablemente con el título de "La vuelta en globo", con temas nuevos, y en paralelo editará "Dreaming Marietta", con "canciones líricas, de amor, románticas", adelantó el artista.EFE